La lapidaria denuncia de la industria textil: “Somos el chivo expiatorio de todo el entramado industrial”

La industria textil atraviesa una profunda crisis. Advierten que apertura de importaciones, caída del consumo y falta de crédito ponen en riesgo al sector.
El plan económico impulsado por el gobierno de Javier Milei está generando un fuerte impacto en distintos sectores productivos del país. Uno de los más afectados es la industria textil, una actividad clave tanto por su aporte a la economía como por la cantidad de puestos de trabajo que genera. Desde la Fundación Pro Tejer explicaron cómo se encuentra el sector.
La apertura de importaciones impulsada por el Gobierno -con la reciente rebaja de aranceles a productos como telas, calzado e indumentaria– profundiza la preocupación del sector textil, que atraviesa uno de sus momentos más críticos. Esta medida se da en un contexto de fuerte caída del consumo y escasa disponibilidad de financiamiento, lo que debilita la competitividad de la industria nacional.
Desde cámaras del sector como FITA (Federación de Industrias Textiles) y la UIA (Unión Industrial Argentina) advierten que estas políticas, sin un plan de desarrollo industrial ni medidas de apoyo, “ponen en riesgo miles de empleos, la producción y el entramado productivo local”.
La combinación de apertura comercial, retracción del mercado interno y falta de crédito deja a las empresas expuestas a una competencia desigual frente a productos importados que provienen de economías con menores costos laborales e impositivos.
La Fundación Pro Tejer, presidida por Luciano Galfione expresó su preocupación frente al avance del plan económico, y llamaron a los consumidores para que vuelvan a apostar en la industria nacional.
Dentro del documento al que tuvo acceso Noticias Argentinas, Pro Tejer aseguró que la “crisis actual” impacta de igual manera en toda la cadena de valor agrotextil e indumentaria.
“Existe un prejuicio arraigado sobre la industria textil en la Argentina, que atenta directamente contra el trabajo, la producción y la industria nacional”, advirtieron.
No solo eso, sino que la cadena de valor textil e indumentaria se las utiliza como “una suerte de chivo expiatorio” de “todo el entramado industrial”.
“Estamos convencidos de que la industria textil es un pilar clave para enfrentar los problemas estructurales del país: genera empleo federal, promueve el agregado de valor, incorpora innovación y tecnología, y refuerza la soberanía productiva”.
En lo que respecta a consecuencias del mal momento que está atravesando el sector, desde la Fundación aseveraron que se debe a un “resultado de una combinación de factores”, entre las que destacan:
- Caída del poder adquisitivo: “Este impacto se sintió especialmente en rubros como la indumentaria, que suele ser un consumo postergable frente a gastos esenciales como alimentos, salud, servicios o educación”.
- Apreciación del tipo de cambio: “Esta decisión de política cambiaria se dio en un contexto en el que la competitividad de la industria ya venía debilitada por una alta presión tributaria, altos costos financieros y otras distorsiones estructurales. En ese marco, la pérdida de competitividad cambiaria asfixia tanto a la industria como al resto de los sectores productivos, afectando su capacidad de producción y exportación”.
En detalle, Pro Tejer afirmó que el sector de la confección “es el más vulnerable” dentro de los eslabones productivos.
También incluyó dentro de la problemática a las PyMEs (Pequeñas y Medianas Empresas), ya que son las que tienen menor capacidad financiera para “absorber costos fijos, sostener niveles de producción o afrontar períodos prolongados de baja actividad”.
De cara al segundo semestre del año, la fundación a cargo de Luciano Galfione pronosticó un impacto estructural en el entramado productivo.
“Si esta tendencia recesiva persiste, los riesgos son altos. Esto se traduce en la destrucción de empleo de calidad, el cierre de empresas y una creciente pérdida de soberanía económica”.
Y citó el ejemplo durante la pandemia, en donde la industria nacional permitió dar respuesta: “La experiencia reciente de la pandemia lo dejó en evidencia. Contar con un aparato productivo nacional sólido fue lo que permitió, en muchos países e incluído Argentina, dar respuesta rápida a una crisis global sin precedentes.
Por eso es que argumentó la decisión de seguir bancando el “aparato productivo local”, ya que seguir debilitándolo durante el presente representaría “una renuncia al futuro”.
Otro de los grandes problemas que padece el sector es la liberación de importaciones de productos, bajo la premisa del “libre mercado” impulsada por la administración de Javier Milei.
Sobre esto, destacan que los valores a los que se importan son “los más bajos de los últimos once años” para todas las manufacturas textiles.
“Está directamente vinculada con las recientes medidas de facilitación de las importaciones”, advirtieron.
Como otro factor agregaron la sumatoria entre precios “artificialmente” bajos y la “falta de controles efectivos”: “Configuran un escenario que pone en riesgo a la industria local”.
La reforma tributaria fue otro tema por el cual desde el sector textil advirtieron, como también el aliviamiento de la carga fiscal.
“La reforma tributaria con enfoque productivo y federal es la principal demanda del sector. El sistema tributario argentino no solo impone una carga fiscal elevada sobre la producción, sino que además penaliza de manera desproporcionada a la producción federal, afectando especialmente a la creación de empleo y valor a nivel regional”.
Como posible solución, desde el sector propusieron una serie de medidas “de emergencia o contingencia” para contener el “deterioro actual” y sostener la actividad.
Entre ellas enumeraron el alivio de la carga fiscal con el objetivo de facilitar el acceso al financiamiento, reducir costos operativos y permitir a las empresas “transitar la etapa sin destruir capacidades productivas”.
Como otra solución se barajó una serie de reformas estructurales orientadas a “mejorar la competitividad sistémica de la economía”: modernización del marco laboral y la estabilización macroeconómica.
“Es fundamental adoptar medidas que garanticen un comercio leal y la protección de los consumidores”, insinuaron desde Pro Tejer.
También propusieron fortalecer las regulaciones aduaneras para “evitar el ingreso de mercadería mediante contrabando o subfacturación”, establecer normas técnicas que regulen el uso de sustancias nocivas en los productos textiles y controlar de manera efectiva el etiquetado y la composición de las prendas.
Sin embargo, aclararon que esto no implica que el sector no quiera competir, sino que se trata de “garantizar condiciones justas de competencia”.
Si bien la reducción de aranceles a la importación de indumentaria y calzado fue un golpe duro para el sector textil, la fundación trató de entablar diálogo con el Gobierno libertario, y además con el Congreso, con el objetivo de exponer la situación actual y conseguir respuestas.
En lo que respecta a la administración de Javier Milei, aseguraron que “no se vislumbra un interés” por implementar “una política industrial en general ni sectorial”.
En cuanto al debate con el Poder Legislativo, participaron de la Comisión PyME y recibieron resultados más positivos: “Percibimos un claro interés y una genuina preocupación por parte de los legisladores respecto a las problemáticas que hemos planteado. Valoramos esta receptividad y esperamos que se traduzca en iniciativas que atiendan las necesidades de nuestro ámbito productivo”.
Por último, desde el sector textil alentaron a reactivar el consumo nacional, a sabiendas de que el poder adquisitivo, el nivel de empleo y el ingreso disponible de las familias “no se recuperan”.
“Por más conciencia que exista sobre la importancia de la industria nacional, si las familias no tienen los recursos para consumir, el impacto en la demanda agregada será marginal”.
Fuente: NA