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Llaman a perseguir las señales para detectar las mucopolisacaridosis a tiempo

Infecciones respiratorias a repetición, deformación de la columna con aparición de gibas, rigidez en las manos y limitación en la movilidad articular son algunos de los síntomas que, considerados en conjunto, pueden orientar al diagnóstico de alguna de estas enfermedades genéticas poco frecuentes.

Bajo el lema “Persiga las señales”, desde la Asociación Mucopolisacaridosis Argentina (AMA) y en el marco del Día Mundial de las Mucopolisacaridosis (MPS), que se conmemora este lunes, subrayaron la importancia de llegar tempranamente al diagnóstico de este conjunto de patologías genéticas, crónicas y discapacitantes, y destacaron también la importancia del seguimiento durante toda la vida del paciente, situación que hoy se ve dificultada por la ausencia de equipos médicos de adultos.

Las MPS son un conjunto de enfermedades cuyos síntomas inespecíficos en la primera infancia pueden incluir infecciones respiratorias como catarros, rinitis, bronquitis, neumonías y bronquiolitis, hernias umbilical o inguinal y otitis a repeticiónEn la Argentina, como presentan una incidencia de 1 caso cada 20 mil recién nacidos, integran las denominadas enfermedades poco frecuentes (EPOF), que se presentan en menos de 1 de cada 2 mil personas, con lo cual una mirada médica integral es indispensable para reconocerlas, diagnosticarlas y tratarlas.

Los bebés con MPS parecen sanos al nacer, pero las manifestaciones se van haciendo evidentes con el curso de los meses y años. Además, como muchos de los signos son problemas comunes a otras enfermedades, generalmente no se toman en cuenta en su conjunto. Lo que suele ser determinante es cuando se empiezan a deformar los huesos, sobre todo las vértebras, y aparecen las gibas o deformidades en la columna. También cuando se presenta rigidez en las manos con limitación en la apertura de los dedos, a veces incluso se deforman las rodillas, los pies, el cuello y los codos; a su vez hay una limitación en la movilidad articular. Todos estos signos pueden aparecer luego de los 3 o 4 años”, afirmó el Dr. Hernán Amartino (M.N. 86.357), especialista en Errores Congénitos del Metabolismo y Jefe de Neurología Infantil del hospital Universitario Austral.

“Como mamá de un joven con MPS, puedo decir que no sólo es importante poder advertir la enfermedad en sus inicios, sino también que el paciente pueda contar a lo largo de toda la vida con un profesional que encabece el equipo de especialistas. Porque es una enfermedad progresiva y los tratamientos detienen ese progreso, pero algunos de los síntomas van a seguir apareciendo”, explicó la Sra. Verónica Alonso, presidenta de la Asociación Mucopolisacaridosis Argentina (AMA) y mamá de Patricio, un joven con MPS.

Las MPS son parte de las 60 enfermedades de depósito o acúmulo lisosomal que se presentan en forma hereditaria cuando existe deficiencia en una enzima encargada de descomponer los mucopolisacáridos: largas cadenas de moléculas de azúcar que se utilizan en la formación de huesos, cartílagos, piel, tendones y muchos otros tejidos del cuerpo.

Por una falla en el ADN, quienes desarrollan una MPS no disponen de la enzima particular para descomponer los mucopolisacáridos utilizados, que van acumulándose tóxicamente en el organismo y causan distintos tipos de daño. En nuestro país, se estima que más de 400 personas presentan alguno de los tipos de MPS y la mayoría son niños y jóvenes.

De acuerdo con lo señalado por el Dr. Amartino, las MPS son 11 enfermedades en total: hay 7 tipos causados por 11 genes distintos y se diagnostican por bioquímica y estudios genéticos. Lo característico es que son patologías progresivas, que van haciendo cambios en el cuerpo paulatinamente. Además de todos los signos mencionados anteriormente, los niños con MPS pueden presentar un aumento del tamaño del hígado y también pueden aparecer soplos cardíacos en la primera infancia.

Lo que debe tener en cuenta el pediatra o el médico generalista es la combinación de todos los síntomas, con una mirada integral para poder llegar al diagnóstico. Si un chico presenta infecciones respiratorias, problemas esqueléticos, rasgos que se vuelven más toscos porque van cambiando los huesos de la cara, también cambios en la piel -a veces tienen mucho vello-; el profesional debe advertirlo, todas estas cuestiones son signos de MPS en la primera infancia. También puede detenerse el desarrollo, algo que sucede en algunos casos de MPS I, II, III y VII; empiezan a perder el lenguaje, a cambiar la conducta, a no hacer las cosas que tienen que hacer para su edad, algo que suele comenzar después de los dos años”, advirtió el Dr. Amartino.

Diagnóstico temprano y seguimiento en el tiempo

Las MPS son de herencia autosómica recesiva (es decir, están presentes dos copias de un gen anormal: uno viene del padre, otro de la madre), a excepción de la MPS II, también llamada enfermedad de Hunter, que se hereda ligada al cromosoma X. En algunos países como Estados Unidos, para diagnosticarlas se incorporó a las MPS que tienen tratamiento específico, como la I y las II, a la pesquisa neonatal, las gotitas de sangre que se extraen del talón de los recién nacidos, pero esto aún no ocurre en la Argentina.

Para Alonso, es fundamental incorporar la detección de las MPS con tratamiento a la pesquisa neonatal, pero no sólo esto, sino también el análisis molecular específico que determina concretamente cuál es la mutación genética. En el país, refiere, sólo se hace para la MPS tipo II, pero no así para el resto de estas afecciones. “Conocer cuál es la mutación permitiría, frente a la llegada de nuevas terapias o ensayos clínicos nuevos, saber si el paciente puede entrar a alguno de ellos. Además, también posibilitaría tener más en claro cómo puede llegar a ser la progresión de la enfermedad”, sostuvo.

En opinión del Dr. Amartino, aún existe una demora diagnóstica para las MPS de alrededor de 4 años desde el primer síntoma, según estableció un estudio brasileño. “Para algunas condiciones es muy importante llegar pronto a la certeza, por ejemplo, con la MPS I, ya que -en las formas severas de la enfermedad- tiene indicación de trasplante de médula ósea, pero solo antes del año y medio de vida. En general, en estos casos los síntomas son más evidentes en el primer año. Siempre, lo antes que se llegue con el tratamiento específico, que es la terapia de reemplazo enzimático para las MPS que cuentan con un tratamiento, va a permitir un mejor pronóstico a largo plazo. Cuanto menos deformados estén los tejidos y órganos por el acúmulo, mejor le va a ir a ese paciente”, refirió.

Cada tipo de MPS se distingue según qué enzima le falta a los pacientes y qué sustancias (llamadas GAGs) se depositan en las diversas estructuras del organismo. En los tipos I, II, IVa, VI y VII, existe una ventana de oportunidad, es decir, un tiempo durante el que se puede realizar un tratamiento que mejore el pronóstico. Pero, a la fecha, no todas las MPS cuentan con tratamientos, cuya finalidad fundamentalmente consiste en ralentizar el avance de la enfermedad y prevenir daños. El tratamiento no solo incluye la medicación, sino una atención a cargo de un equipo médico interdisciplinario y sesiones de kinesiología, terapia ocupacional, hidroterapia y fonoaudiología.

Actualmente, existen alternativas terapéuticas para tratar 5 de los 7 tipos de MPS, que consisten en administrar en forma inyectable un análogo de la enzima que les falta, para frenar o retrasar la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes. El tratamiento requiere infusiones semanales que se administran en centros de salud o en los propios domicilios.

“No sólo las familias consultan a la Asociación, sino también médicos que no saben a dónde derivar al paciente para la realización del análisis de confirmación. Es angustiante que haya tan poca información sobre dónde hacer un estudio o quiénes son los referentes en el tema. Además, en líneas generales no hay equipos multidisciplinarios que atiendan a estas personas, salvo excepciones como el Hospital Posadas, el Gutiérrez, el Garrahan o el del Cruce de Varela, donde -si bien no hay un equipo específico- existen profesionales que se consultan entre sí frente a un caso. El gran problema es cuando los pacientes llegan a la adultez; en esa transición hay un vacío, no hay equipos que los atiendan y los sigan en el tiempo”, aseguró Alonso.

“Estas condiciones genéticas poco frecuentes hoy ya no son simplemente una curiosidad para sólo acompañar con el diagnóstico y el seguimiento de sostén, paliativo, sino que son enfermedades de la que hemos aprendido mucho y que tienen hoy oportunidades de tratamiento específico y están llegando nuevas y cada vez mejores opciones terapéuticas. Entonces, es hora de que los pediatras reconozcan la enfermedad rápidamente porque de eso dependerá el pronóstico de los pacientes; si no llegamos a tiempo al diagnóstico llegaremos tarde al tratamiento también”, concluyó el Dr. Amartino.

Subtipos de MPS

Existen distintos subtipos de mucopolisacaridosis, entre los que se incluyen:

-MPS I (Síndrome de Hurler, Hurler Scheie y Scheie

-MPS II (Síndrome de Hunter)

-MPS III (Síndromes de Sanfilippo A, Sanfilippo B, Sanfilippo C y Sanfilippo D)

-MPS IV (Síndromes de Morquio A y Morquio B)

-MPS VI (Síndrome de Maroteaux-Lamy)

-MPS VII (Síndrome de Sly)

-MPS IX (Síndrome de deficiencia de hialuronidasa o de Natowicz)

Fuente: NA

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